En la práctica clínica diaria es común que el paciente le pregunte al reumatólogo “si tiene reuma”, o que le explique que tiene “reuma en la sangre”, o que tuvo “reuma en la infancia”. No obstante, el reuma propiamente dicho NO existe como tal. Es decir, la palabra reuma como tal no hace referencia a ninguna entidad nosológica, sino que es una palabra intercambiable por conceptos como dolor, artritis, artrosis, lumbalgia, ciática e incluso por enfermedades más complejas como la vasculitis o lupus. La característica definitoria de todas estas patologías es que pueden producir dolor musculoesquelético.

El reuma en la antigua Grecia

Cómo saber si tengo reumaPara entender la evolución histórica del concepto de “reuma” o “reumatismo”, es preciso remontarse hasta la Grecia clásica de Hipócrates (460aC-370aC), quien utilizaba esta palabra como sinónimo de catarro. La equivalencia es clara si recordamos que en aquella época predominaba la teoría humoral, la cual mantenía que el cuerpo humano se componía de cuatro sustancias elementales llamadas humores: bilis negra, bilis, flema y sangre. El desequilibrio (por exceso o por defecto) de dichos humores generaba el conjunto de todas las enfermedades. Según esta teoría, el cerebro era el centro del organismo y producía los siete catarros cerebrales: enviaba humedad hacia las orejas, ojos, nariz, paladar, garganta y también hacia la médula y caderas. En caso de existir un desequilibrio humoral, enviaba el excedente de humor hacia las partes bajas del cuerpo, es decir, tronco y extremidades, produciendo dolor o tumefacción articular o muscular. Estas ideas de la Patología humoral primitiva persistieron en el imaginario médico con ligeras modificaciones hasta el siglo XVI.

Los orígenes del concepto de artritis

Siguiendo con la historia del reumatismo, fue Galeno en el año 135 el primero que utilizó la palabra artritis para designar a “todo el conjunto de enfermedades articulares”, sin diferenciar sus causas o características. En la época bizantina, se empleó la designación de reumatismo casi exclusivamente para la gota, según se deduce de las indicaciones dietéticas de los escritos de la época. Ya en el siglo XI se introduce la palabra gota, del latín gutta, haciendo referencia a algo nocivo que “gotea” dentro de las articulaciones. Paracelso, alrededor del año 1500, consideraba a la gota como producida por el paso de humor especial desde la sangre hasta las articulaciones. Como vemos, la teoría humoral seguía estando de moda casi 2000 años después de su concepción. Destacar la concepción de Avicena (980-1037), donde hablaba de determinadas alteraciones de la piel que pasaban a las articulaciones, tendones, musculatura y tejido celular subcutáneo (inter carnum et cutem), quizá refiriéndose a enfermedades como psoriasis, lupus o vasculitis. No fue hasta Ballonius (1558-1616) donde se cambia el paradigma: designa con el nombre de reumatismo a “aquella enfermedad caracterizada fundamentalmente por dolores de las cubiertas externas, especialmente músculos y articulaciones”, aunque sin diferenciar entre las distintas causas, concibiendo al reumatismo como una enfermedad general que se manifiesta de manera local. En los siglos posteriores, médicos como Sydenham y Schönlein, definirían con más precisión patologías como la artritis gotosa (y su relación con el depósito de microcristales de ácido úrico), y la definición clásica de fiebre reumática. Posteriormente en los siglos XVIII y XIX se realizarán esfuerzos para intentar encuadrar los conceptos de reumatismo agudo y crónico, hasta llegar a las denominaciones vigentes hoy en día.
Por tanto, observamos que el concepto de reumatismo ha ido cambiando y adaptándose a los conocimientos de cada época, la zeitgeist, el “espíritu de los tiempos”. A través de los años, la acepción reuma o reumatismo ha pasado al inconsciente colectivo como sinónimo, simultáneamente, de dolor, enfermedad articular y en los últimos años incluso de elevación de la velocidad de sedimentación globular (“reuma en la sangre”)

 

El reuma en la actualidad

Actualmente, se engloban dentro de la concepción de reuma o reumatismo una serie de enfermedades, síndromes y cuadros clínicos de diverso origen, pero que básicamente pueden clasificarse en dos grandes tipos: los reumatismos de base inflamatoria inmunogenética (artritis) y los reumatismos de base mecánica o degenerativa (artrosis). Dentro de las artritis de causa autoinmune nos encontramos principalmente con la artritis reumatoide (la más frecuente), la artritis psoriásica, las espondiloartritis… Otras causas de artritis serian la artritis gotosa (por acúmulo de ácido úrico), la condrocalcinosis (por acumulo de pirofosfato cálcico), las artritis víricas y las artritis sépticas. Es preciso señalar que sobre la base de una artritis, se puede generar una artrosis secundaria debido a los fenómenos inflamatorios y destructivos, aunque la artrosis generalmente es una enfermedad relacionada con fenómenos de desgaste articular asociados a la edad o al sobreuso.
En conclusión, la pregunta clásica “Doctor, ¿tengo reuma?” es errónea desde su planteamiento, y debería formularse de la siguiente forma: “Doctor, ¿qué tipo de enfermedad reumática tengo?”